Pataletas de niño endiosado
Apenas había abandonado la lactancia cuando me fue revelada mi verdadera naturaleza, mi misión y mi sacrificio. Y me volví loco. Casi literalmente. Todavía conseguía sobrellevar la relación con mi madre, pero con el carpintero -y con el resto de la gente- la situación fue paulatinamente deteriorándose.
Yo tendría unos cinco años. Un sábado, día sagrado por antonomasia (sería inútil explicaros el concepto de día de recogimiento, hoy las fiestas son todas paganas y preñadas de excesos) yo me encontraba jugando con barro y agua. Había modelado una docena de gorrioncillos de los que estaba especialmente orgulloso, pues sólo les faltaba volar para pasar por verdaderos. Uno de los niños fue al carpintero con el cuento de que estaba amasando arcilla en sábado. El pobre hombre vino a reprenderme, y recuerdo que deseé, abochornado, que los pajarillos fuesen de carne y plumas verdaderas para callarlo. Y echaron a volar, sin más. Fue mi primer milagro. Eso sí, involuntario.
Otra de aquellas pequeñas raposas que me acompañaban destruyó la presa que había construído con mis propias manos y que me abastecía de barro, y el agua escapó de su cárcel de arena. Con mis nuevos superpoderes recién descubiertos lo imaginé a él sin agua en su cuerpo. Y allí mismo se secó como la flor en la ventisca.
Pero no acabaría ahí aquella aventura, pues otro infante chocó contra mí mientras yo huía del castigo del carpintero. Me hizo caer al suelo, y, ebrio del poder recién investido por mi Padre Celestial, trunqué allí mismo su camino segando su vida de raíz. En ningún momento sentí misericordia ni pena o condescendencia: mis poderes aún no habían pasado por el tamiz de la racionalización.
El carpintero intentó inculcarme aquella enseñanza, pero sus palabras apenas representaban una efímera brisa en el huracán de mi corazón, aquél que distribuía sangre divina entre órganos que se acabaron comiendo los gusanos.
Y desde aquel día el carpintero me tuvo miedo, y se arrugaba ante mi presencia, temiendo ser el gran castigado en aquella nueva epifanía.
Yo tendría unos cinco años. Un sábado, día sagrado por antonomasia (sería inútil explicaros el concepto de día de recogimiento, hoy las fiestas son todas paganas y preñadas de excesos) yo me encontraba jugando con barro y agua. Había modelado una docena de gorrioncillos de los que estaba especialmente orgulloso, pues sólo les faltaba volar para pasar por verdaderos. Uno de los niños fue al carpintero con el cuento de que estaba amasando arcilla en sábado. El pobre hombre vino a reprenderme, y recuerdo que deseé, abochornado, que los pajarillos fuesen de carne y plumas verdaderas para callarlo. Y echaron a volar, sin más. Fue mi primer milagro. Eso sí, involuntario.
Otra de aquellas pequeñas raposas que me acompañaban destruyó la presa que había construído con mis propias manos y que me abastecía de barro, y el agua escapó de su cárcel de arena. Con mis nuevos superpoderes recién descubiertos lo imaginé a él sin agua en su cuerpo. Y allí mismo se secó como la flor en la ventisca.
Pero no acabaría ahí aquella aventura, pues otro infante chocó contra mí mientras yo huía del castigo del carpintero. Me hizo caer al suelo, y, ebrio del poder recién investido por mi Padre Celestial, trunqué allí mismo su camino segando su vida de raíz. En ningún momento sentí misericordia ni pena o condescendencia: mis poderes aún no habían pasado por el tamiz de la racionalización.
El carpintero intentó inculcarme aquella enseñanza, pero sus palabras apenas representaban una efímera brisa en el huracán de mi corazón, aquél que distribuía sangre divina entre órganos que se acabaron comiendo los gusanos.
Y desde aquel día el carpintero me tuvo miedo, y se arrugaba ante mi presencia, temiendo ser el gran castigado en aquella nueva epifanía.
5 Comments:
eso digo yo: la giña es la giña
No te bases en los apócrifos, pues carecen de fundamento teológico, y son más bien fantasiosos y excesivamente gnósticos... Preocúpate por buscar el reino de Dios y su justicia, lo demás vendrá por añadidura
Para Buscando Dijo... si no te parece lo que esta en esta pagina? que haces leyendolo?.. fantasiosos? tal ves si tal ves no? tu me aseguras que lo que esta en la biblia sucedio?
BENDITO SEA DIOS, POR DEJARLOS DECIR TANTA TARUGADA, Y QUE POR QUE LEO ESTO SI NO ESTOY DE ACUERDO, POR EL SIMPLE HECHO, DE SABER QUE COSAS NO DECIR.
y los evangelios canonicos si tienen fundamento teologico :S? el reino de dios es una dictadura de la peor clase... el gobierna autoritariamente... nadie lo elijio... y encima es nepotista porque puso a su hijo en el poder.... joder lo que hay que ver....
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