20070214

La Santísima Paridad

Llevarse bien con Uno mismo es difícil, pero es imposible si Uno es, además, Trino.
Mi Padre lleva siglos sin ser el mismo. Le habéis cambiado, escoria. Ha llegado a creerse todo aquello que habéis escrito sobre Nosotros. La inmortalidad no es inmune al paso del tiempo, y Él ya chochea. Esa pantomima del Nuevo Testamento, esa patochada, tan humana, tan cobarde, de poner la otra mejilla... Tonterías. Eso sólo ha servido para que las Santas neuronas de Mi Padre ya no rijan como debieran. Magra victoria.
Habéis convertido a un Dios Colérico, Egoísta y Vengativo en un Dios Metrosexual, Coqueto y Presumido. Un Dios que renunció a crecer, Él, que es Eterno. Quiso ser Su Hijo, cuando ya era Su Hijo. Y tener a Tu Padre de Primogénito, en todo momento inmiscuyéndose en tus Potencias y Actos, causa unos tremendos dolores de cabeza.
Así que hablé con el Supremo Inseminador, el Carroñero de Almas, y nos deshicimos de Él. Qué razón tenía aquél de vosotros que mantuvo que el ser es, y el no ser no es. Mi Padre ya no es. Ya no somos Trino. Hemos pasado a ser la Santísima Paridad.
Pero no os llaméis a engaño. Sólo somos dos, pero la mil millonésima parte de la Santísima Unidad bastaría para mil Apocalipsis y otras tantas Parusías.