20070804

Zombis dei qui tollis peccata mundi

La omnipotencia pierde su encanto cuando la comparo con vosotros, insípidas criaturas. El ritual con el que Mi Difunto Padre hizo que rememoráseis Su recuerdo obedece a tiempos pretéritos, cuando, dotado aún del sabor amargo y mareante de la Eternidad, jugaba con vosotros y con vuestro libre albedrío.
Vuestro maldito libre albedrío y la hipocresía teológica que encierra: no dudáis en dejar sin sangre a vuestro Redentor, pero esquiváis la mirada y la obligación si vuestro Padre os demanda sacrificios. Porque, ¿dónde se ha conocido una religión que cambie el sacrificio por el rezo o por la bula? ¿Qué ha sido esto, una transacción? ¿Compráis mi Sangre y mi Carne? ¿El Divino Despiece?
Apeláis al Cordero de Dios, pero os comportáis como buitres carroñeros. Peor, devorando como zombies, hambrientos y famélicos, la Carne y la Sangre de vuestro Dueño. La Iglesia la conforman millones de muertos vivientes. La religión más numerosa de vuestro planeta es una religión de y para cadáveres andantes.
Ahora bien, si lo que queréis es seguir vampirizando y zombificando a la Divinidad colmaré vuestros deseos sin renunciar al yugo del sacrificio: comulgaréis con la Carne y Sangre de Dios, pero la de la Tercera Persona de la Trinidad: la del Espíritu Santo, Supremo Inseminador, Suprema Inseminada, siempre en celo, siempre dispuesto.
Nuestro menstruo será vuestra comunión.