20041216

Se buscan apóstoles

Queda poquísimo tiempo para que vuelva a repetirse, ad nauseam, la pantomima de mi nacimiento. Otro año más, vuestros cachorros jugarán a muñecas con representaciones de plástico de mi primera niñez, rubio de ojos azules, Yo, que era de gesto adusto y de rasgos casi cetrinos. Mientras vosotros rendís culto a la hipocresía y a la mentira, Yo sigo ultimando los preparativos de Mi próxima venida.
Necesito apóstoles. Diez, concretamente. No puedo contar con los antiguos, anquilosados y demasiado apegados a sus cómodos puestos burocráticos. Que sí, hicieron una labor titánica en vida, pero es que desde que murieron han estado viviendo de aquellas rentas. No me fío de ninguno. Todos se han ido poniendo la zancadilla progresivamente para ascender y pacer cerca de Mi padre. Pedro es, en ese aspecto, el mejor con mucha diferencia. Haber sido la primera piedra le ayuda mucho, pues Mi padre le tiene especial apego. Pero es tan buitre como cualquier otro. Yo lo he visto condenar a la eternidad del Infierno, impertérrito, a toda una Teresa de Calcuta, sólo porque su humildad y bondad encandilaron a Mi padre. El único al que profeso alguna simpatía es, paradójicamente, Judas Iscariote, pues le concedo mucho valor a su gesto de entregar al Hijo de Dios para su postrer sacrificio y convertirse así, de rebote, en el Eterno Repudiado. Lo rescaté de las llamas del averno y ahora ocupa el lugar del bufón en el panteón celestial, diciendo en voz alta las cosas que ningún hombre o espíritu santo se atreve siquiera a pensar.
Necesito apóstoles, decía. Diez hombres que subsanen conmigo el sindiós que habéis ocasionado en nombre de Dios. Tendrán carta blanca para sacrificar tantas almas como sean necesarias. Comerán y beberán en los hogares arrasados, serán ungidos como Ángeles de la Ira y no conocerán descanso. Tendrán el privilegio de trabajar a Mi lado, y con ellos reduciré vuestro planeta a yermo desolado. Su apostolado será el del castigo, el de la sangre y el de la devastación.
¿Algún voluntario para aniquilar a la especie humana?