Ni esenio ni zelote.
No entendísteis nada y seguís sin hacerlo. De mí sólo teníais que haber creído en el mensaje, no en el mensajero. Lleváis siglos adorando a la persona equivocada. Yo no fui más que la segunda oportunidad que os dió mi Padre, y no el festival milagrero que acabásteis inventando para mayor gloria de mi encarnación.
No hice milagros. No fueron necesarios. Ya los veréis en la Parusía. Y no, no fui ni esenio ni zelote. No entiendo esa manía de separar mi yo carnal de mi yo espiritual. Os vuelvo a repetir que yo era el mensaje. No tomé parte en ninguna de las corrientes judaicas de aquella época. Los esenios me parecían demasiado pagados de sí mismos con tanta prohibición, tanta doctrina y tanto radicalismo. Y los zelotes nunca me hicieron gracia con esa exaltación de la violencia física.
Yo fui yo. No hubo un antes ni un después. No al menos el después que habéis creado.
Y por favor, dejad a los fariseos en paz. Ellos no eran mis enemigos. De hecho, era con ellos con quienes mejor me llevaba.
La culpa de todo esto la tiene vuestro puto libre albedrío, que nos trae de cabeza a mi Padre y a mí desde hace demasiado tiempo.
No hice milagros. No fueron necesarios. Ya los veréis en la Parusía. Y no, no fui ni esenio ni zelote. No entiendo esa manía de separar mi yo carnal de mi yo espiritual. Os vuelvo a repetir que yo era el mensaje. No tomé parte en ninguna de las corrientes judaicas de aquella época. Los esenios me parecían demasiado pagados de sí mismos con tanta prohibición, tanta doctrina y tanto radicalismo. Y los zelotes nunca me hicieron gracia con esa exaltación de la violencia física.
Yo fui yo. No hubo un antes ni un después. No al menos el después que habéis creado.
Y por favor, dejad a los fariseos en paz. Ellos no eran mis enemigos. De hecho, era con ellos con quienes mejor me llevaba.
La culpa de todo esto la tiene vuestro puto libre albedrío, que nos trae de cabeza a mi Padre y a mí desde hace demasiado tiempo.